El Señor me dijo hoy.
Cuando veas a una persona que denigra, pisotea y desprecia a los demás, ya sea de actitud o de palabra. Observa bien, su actitud viene de un corazón roto y herido. Ponen una fachada de altivez pero en realidad no es así. Su desprecio se genera por su corazón quebrantado. Para sentirse mejor con ellos mismos entonces acusan y pisotean a los demás. De esa manera les da una falsa sensación de superioridad que solo alimenta viciosamente su inseguridad.
Cuando nuestros ojos se abren a la realidad de ciertas actitudes en personas que nos rodean, se hace más fácil poder verlas con compasión y no dejarnos intimidar del veneno que están propagando.
Aquí todo es con el ojo con que las veas. Cuando el Señor trabaja en ti removiendo el temor al hombre, poco a poco comienzas a sentir cómo las opiniones y actitudes de los demás te van resbalando. Dándote tiempo a amar y a verdaderamente ver la necesidad que está por debajo de esa fachada.
“El miedo a los hombres es una trampa, pero el que confía en el Señor es exaltado.”
Proverbios 29:25
“Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.”
Juan 8:32
Bendiciones!
Jireh Gerch