Si no sirve sácalo

¿Quieres avanzar genuinamente en el camino de la verdad?

Entonces, despójate de las heridas del alma, despójate de las viejas vestiduras, desaste del pecado y las viejas maneras de pensar; saca las raíces de amargura y aprende a perdonar, (una de las cosas que entorpecen más el avance son las riñas y las contiendas con otros humanos porque esto crea raíces profundas en el alma que llevan tiempo para extraerse y sanar cuando no se les atiende a tiempo).

Por lo tanto, deja que el Señor Jesús te perfeccione, su trabajo es sacar estas raíces, tu trabajo es permitírselo.

Eso es acercarse a Cristo para que Él se manifieste y se acerque a ti abriendo tus ojos al Reino de Dios y así participes de la herencia de todos los santos.

¿Cómo hacerlo?

Permítele al Señor trabajar en tu corazón cediendo a Él todos los días. Sí, esto es de todos los días porque nuestra alma está constantemente buscando la forma de sublevarse y hacer huelga, por lo tanto es algo que implica constancia, dedicación y amor.

Dile al Señor, abre los ojos de mi corazón, ayúdame a entender y obedecer, ayúdame a prestarte atención y a conocerte más. Dile que deseas acercarte a Él.

Y algo que he aprendido a través de los años es:

No le tengas miedo al cambio, no le temas a las intenciones del Señor para tu vida porque son “para tu bien y no para mal, son para darte un futuro y una esperanza”. Por lo tanto, sé fuerte y valiente, porque cuando algo conviene y trae beneficio entonces vale la pena atravesar y hacerle el frente a cualquiera que sea la cosa que el Señor esté modificando en el corazón.

En pocas palabras, el corazón está lleno de basura y hay que dejarse limpiar. Mientras más se cede menos duele. Simple.

“Hijo mío, no desprecies el valor de la disciplina y del entrenamiento del Señor Dios, ni te deprimas cuando Él te corrija. Porque el entrenamiento del Señor en tu vida es la evidencia de su amor fiel. Y cuando Él te hala hacia si mismo, eso prueba que tú eres su hijo amado.” Hebreos 12:5b-6 TPT (traducido al español).

Cuando Dios disciplina es evidencia de su gran amor por nosotros.

Jireh Gerch