Hoy me desperté con estos versos una y otra vez en mi espíritu.
Qué bueno es, y qué agradable que los hermanos convivan en armonía! Eso es como el buen perfume que resbala por la cabeza de Aarón, y llega hasta su barba y hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío del monte Hermón, que cae sobre los montes de Sión. Allí el Señor ha decretado para su pueblo bendición y vida para siempre.
Salmos 133: 1-3
Con razón el enemigo odia la unidad. Con razón él hace todo lo posible para contender contra ella justo en aquellos lugares donde Dios llamó a unidad y armonía.
No se si te has fijado o si has tenido la oportunidad de experimentar ambos escenarios y la abismal diferencia que hay entre los dos?
Cuando estás entre personas que tienen un mismo sentir y pensar, donde se llevan super bien y no hay esas envidias, pleitos y celos, todo fluye con mayor facilidad. Por eso lo compara el Señor con el aceite que baja desde la cabeza del sacerdote, porque en esos lugares lo que Dios comienza a bajar desde sí mismo no tiene interrupción por causa de estar en un mismo sentir.
Por el contrario, cuando hay desunidad se da un inevitable efecto de interrupción, división y confusión que trae atraso a lo que Dios quiere revelar o establecer. En estos lugares la bendición tiene impedimento para manifestarse.
Te has fijado que cuando estás con ciertas personas sientes una sensación de cansancio, o te sientes drenado, aturdido. Es como si te sacaran toda la energía y te quedaras sin pilas. Ahí no fluye nada y aun si quisieras intentarlo en tus fuerzas es como si fuera una pared que te roba el descanso y la paz.
En mi experiencia no todo es color de rosas y Dios nos pone a prueba colocándonos en círculos donde la armonía no existe. ¿Sabes por qué? Porque estos lugares son perfectos para ejercitar carácter, para provocar que todo aquello que aun está dentro de ti suba a flote y puedas confrontarlo al mirarte al espejo.
“El hierro se pule con el hierro y el hombre se pule en el trato con su prójimo”
Cuando el Señor te permite estar en situaciones, ya sean familiares, entre hermanos de la fe, con compañeros de trabajo o entre amistades; observa y mira con más detenimiento para ver qué es lo que Dios está haciendo y qué te querrá enseñar.
Cuando en tu círculo experimentas la armonía y la unidad que viene de Dios, te vas a dar cuenta por el resultado que ella provoca. En estos lugares el crecimiento y el desarrollo es acelerado, es fácil escuchar la voz del Señor, los milagros y las proezas comienzan a suceder. Hay gozo, salud, esperanza, todo aquello que caracteriza el Reino de la Luz se comienza a manifestar en esos círculos de personas. Hablas con estas personas y sales renovado, levantado y animado. Es impresionante como una inyección de vitalidad y energía.
Un día le dije al Señor, “Padre, concédeme amigos que tengan un corazón conforme al tuyo y que tengamos una misma manera de pensar”. Y así lo hizo.
Te invito a que hagas esa oración y le pidas al Señor por verdaderos y honestos amigos según su corazón así como lo eran David y Jonatan. Y pídele al Señor que traiga la armonía y la unidad de tu familia o de cualquier círculo en el que Dios te haya puesto por el momento. Que puedas ser allí ejemplo de Cristo aun la unidad no se esté manifestando.
Les bendigo con toda bendición espiritual y declaro que la unidad reine sobre el pueblo del Señor.
Jireh Gerch